Hoy ocurrió otra vez, ya no se puede...

Hoy, cuando con algunos familiares disfrutaba de un día soleado en la piscina pasó algo con lo que pude corroborar que los amigos de lo ajeno, sin nosotros querer, nos están privando lentamente de disfrutar lindos momentos.

Mis primos y yo estuvimos nadando, jugando, divirtiéndonos... cuando sin nosotros imaginar uno de ellos se da cuenta que los zapatos que se había descalzado unos minutos atrás no estaban en el sitio donde los dejó, nos avisó prontamente y al rato una prima percibe que sus sandalias tampoco estaban. Buscamos por todos lados y no encontramos absolutamente nada, así que desistimos de buscar algo que seguramente no encontraríamos nunca, o por lo menos esa vez. Lo más interesante de todo es que mis calzados se encontraban justo al lado de los que se robaron, a una distancia mínima de los shoes que hurtaron. Al final sólo nos quedó conversar acerca de la situación aunque ya con el cuerpo un poco mal por el penoso hecho que fue protagonizado por mis primos y los calzados robados, y antagonizado por los autores intelectuales del delito, ja.

El robo, esa lamentable situación a la que las personas nos estamos acostumbrando está influyendo de manera trascendental en nuestro desarrollo personal, ya las personas temen salir y no saber si regresan con lo que se llevaron. Por culpa de los congéneres nuestros que les gusta vivir de los demás, aprovechando lo que con esfuerzo humildemente logramos ya estamos a un paso de la desesperación, así lo veo, creo que nos desesperamos cuando vemos que poseíamos algo y simplemente ya no está.

Nunca me han robado y ojalá never in the life llegue esa experiencia, prefiero que se me pierda, se dañe una pertenencia antes de que algún incosciente me la quite  y tenga lo que días pasados fue mío, no es egoísmo es que le tengo rabía a las personas que les gusta conseguir todo fácil.

¿Qué más nos queda? A intentar sobrevivir en este mundo...

Vivan pero dejen vivir.